octubre 9, 2024

LUIS F. Sánchez

LF.ORG.MX

El poder imperial de Estados Unidos está en declive

Las sanciones económicas impuestas por Occidente no lograron socavar la economía rusa como se esperaba, ni reducir su influencia

El poder imperial de Estados Unidos está en declive. Sin embargo, sigue siendo una potencia militar y económica significativa. Ha perdido autoridad y capacidad para intervenir de manera efectiva en diversos ámbitos del orden internacional.

Los conflictos militares en Oriente Próximo y Ucrania responden a disputas por el control de regiones estratégicas y recursos naturales. Pero sobre todo, representan una afirmación del poder estadounidense en el mundo frente a su principal adversario: China.

A continuación, explico este punto. Estados Unidos ha avanzado sus intereses al capturar el mercado europeo, obligando a la mayoría de los países miembros de la Unión Europea a romper lazos económicos y energéticos con Rusia. En su lugar, Estados Unidos les vende gas licuado a un precio más elevado, lo cual va en contra de los propios intereses de la población europea.

Las sanciones económicas impuestas por Occidente no lograron socavar la economía rusa como se esperaba, ni reducir su influencia. El gas y el petróleo rusos continúan siendo adquiridos, incluso por los propios países europeos, aunque ahora a un precio mayor debido a la reventa a través de terceros países. Además, Rusia ha conseguido fortalecer sus relaciones con otros actores internacionales, en particular con aquellos que podrían sentirse amenazados por la supremacía estadounidense.

La política intimidatoria de Occidente, junto con las sanciones impuestas, provocó que Rusia y China estrecharan lazos económicos y políticos, formando una alianza estratégica que desafía directamente el poder imperial de Estados Unidos.

Todo parece indicar que Occidente ha perdido la guerra en Ucrania. Ahora, los esfuerzos se centran en Oriente Próximo. Las acciones militares del Estado de Israel están orientadas a llevar a cabo una limpieza étnica, reafirmando el dominio occidental en la región, con el objetivo de avanzar en un proyecto energético alternativo a la Ruta de la Seda. El genocidio perpetrado por Israel parece ser el precio que Occidente está dispuesto a pagar para asegurar una zona estratégica rica en recursos energéticos.