Recién pasadas las escaramuzas del viaje andresino a Washington, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) reactivó ayer su agenda de oposición y resistencia a políticas y proyectos de la autodenominada Cuarta Transformación.
Fue en el terreno digital esta primera acometida de la Coparmex, en el ámbito de la organización de los procesos electorales, al convocar a la colocación de mensajes en las redes sociales a partir de las seis de la tarde dominical, con la etiqueta (o hashtag, en inglés) #YoDefiendoAlINE y la evidente intención de convertirla en tema relevante ( trending topic, en inglés).
Sin el adecuado contexto político, la campaña digital de los patrones parecería movida por ánimos positivos e incluso colaborativos respecto al curso institucional de nombramiento de cuatro nuevos consejeros: enviemos un mensaje en unidad y con mucha fuerza a los siete ciudadanos que en este momento tienen en sus manos el futuro de la democracia
, es la exhortación oficial.
Pero el carácter bélico queda claramente develado en la terminología escogida: Participa en la primera batalla (…), mantente al tanto (de) las próximas batallas e infórmate sobre el proceso en el avance de selección de los nuevos consejeros electorales (…). Cientos de miles de ciudadanos estamos listos para defender nuestra democracia
.
La súbita vocación cívica y de defensoría electoral de los patrones mexicanos no se compadece de la larga historia de ése y otros organismos de representación empresarial que se han caracterizado por asumir actitudes de silencio o asentimiento, complicidad e incluso financiamiento de acciones antidemocráticas en otros momentos políticos.
Uno de los peores ejemplos de activismo antidemocrático empresarial y patronal se produjo en 2006, contra el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador. Un estudio, publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, de la UNAM, bajo la firma de Luis Fernando Sánchez Murillo y Francisco de Jesús Aceves González, señaló: El 17 de junio, a 12 días de que concluyeran las campañas electorales, se inició la difusión en las pantallas televisivas de publicidad política contratada por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), por el Centro de Liderazgo y Desarrollo Humano (Celiderh) y por Compromiso Joven, organismos estos últimos patrocinados por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Desde los primeros días y a lo largo de todo el proceso electoral, diversos empresarios recurrieron a una amplia variedad de métodos para tratar de influir en la decisión electoral de sus trabajadores
.
Y “aunque no existe registro del número de spots difundidos bajo el patrocinio empresarial, existe el dato de que la campaña del CCE tuvo un costo de 136.4 millones de pesos, en tanto que la de Coparmex, a través del Celiderh, fue de 30.6 mdp” (https://bit.ly/2CxWbin).Por cierto, José Luis Barraza saltó de dirigir la Coparmex a hacerlo en el CCE y en 2006 fue el principal impulsor de la campaña negativa de López Obrador, un peligro para México
. Luego, fue designado por los accionistas como presidente del consejo de administración de Aeroméxico.
Ahora, la Coparmex pretende presionar a los miembros del comité de evaluación de candidatos a consejeros del INE, sobre todo al académico John Ackerman. La integración facciosa del INE, antes IFE, durante largos años, no le generó ninguna repulsa a estos organismos ni los resultados fraudulentos de las elecciones
de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Los patrones pretenden frenar procesos de cambios e incluso defender la viabilidad del partido calderonista México Libre.
Y, mientras Israel Beltrán Montes, un político priísta caciquil y dueño de una estación radiodifusora, reincidía en el municipio de Cuauhtémoc, Chihuahua, en actos misóginos y de vulgaridad que llevaron a renunciar al aire a la coconductora Brenda Chacón, ¡hasta mañana, en espera de que la Secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de las Mujeres intervengan en este caso!
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/07/13/opinion/012o1pol
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